La ciudad conocida como Tierra Santa de Centroamérica o Capital Centroamericana de la Fe es Esquipulas, en Guatemala, porque es considerada como el principal punto de peregrinaje católico de Centroamérica. Ella está situada en la parte sur-oriental del departamento de Chiquimula, en el área del Trifinio de las líneas divisorias entre las repúblicas de El Salvador, Honduras y Guatemala.
Según cuenta la historia, esta ciudad siempre ha sido un lugar sagrado para los guatemaltecos, siendo un centro ceremonial en que, a la sombra de sus ceibas, se realizaban los ritos del paso de las estaciones del año.
Pero en los albores de la conquista española, un humilde indígena vio a Cristo, entre los sembrados de algodón, en el exacto punto donde hoy está ubicada la basílica. De acuerdo con la historia, Cristo estaba envuelto en una aureola de luz mucho más fuerte el resplandor del crepúsculo. Este relato es muy parecido con o de la aparición de la Virgen de Guadalupe en México, que también ocurrió poco después de la llegada de los primeros españoles.

Según la tradición oral en Esquipulas, algunos habitantes de esta ciudad viajaron a Santiago de Guatemala, local donde moraba el arquitecto Quirió Cataño, para recoger la imagen. Durante el viaje de regreso, aquellos que la veían por el camino se quedaban admirados por su belleza y solicitaban que permaneciera con ellos al menos una noche. De esta manera se originó la tradición del peregrinaje para adorar a Cristo Negro de Esquipulas.

Uno de los costumbres de los peregrinos es ingresar a pie hasta el templo, mucho debido a devoción, pero también porque la aglomeración no permite que se haga de otra manera. Los fieles que tienen alguna intención en especial, pueden hacer parte del recorrido de rodillas.
Debido a gran cantidad de inmigrantes de estos países centroamericanos en Estados Unidos, esta fecha también es celebrada en lugares como Los Ángeles y Nueva York. También hay una réplica original del Cristo Negro en la ciudad de Moroleón, en México.
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Ouvindo: Iron Maiden - The X Factor (1995)
Um disco pouco lembrado pelos fãs da donzela, mas muito bom. Blaze Bayley não chega nem perto da qualidade de Bruce Dickinson como vocalista, mas este álbum é superior aos dois anteriores: Fear of the Dark (1992) e No Prayer for the Dying (1990), lançados com Bruce no vocal.
Destaques para a épica Sign of the Cross, com 11:17; Lord of the Files, Man on the Edge, Fortunes of War e The Edge of Darkness.
Impossível ouvir The X Factor e não imaginar como as faixas soariam com Bruce Dickinson nos vocais.
Não chega a ser um clássico na discografia da banda, mas com certeza é um bom disco.
Um comentário:
Vc vive na guatemala?? Parabéns pelo posto, muito bonito! Eu vivo aqui en Guate e nao conheco quase ninguem.
abco,
Catarina
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