México es un país lleno de tradiciones de orígenes prehispánicas. Entre ellas está el Día de los Muertos, que es una manifestación cultural y folclórica, con registros de celebraciones en las etnias Mexica, Maya, Purépecha, Náhuatl y totonaca. En algunas de estas civilizaciones, los rituales que celebran la vida de los ancestros se realizaban, por lo menos, desde hace tres mil años.
Para estos antiguos pueblos, la muerte era vista de una forma distinta de la que tenían los religiosos católicos. Aquellos creían que los rumbos de los muertos serían determinados por el tipo de muerte, y no por el comportamiento que la persona tuve en vida. Así, los muertos podrían tomar tres direcciones: El Tlalocan, donde se dirigían aquellos que morían en circunstancias relacionadas con el agua, como los ahogados; El Omeyocan, el sitio destinado a los muertos en la guerra, los cautivos que eran sacrificados y las mujeres que morían en el parto, que eran comparadas a los guerreros, pues habían librado una gran batalla, la de parir; y el Mictlán, destinado a las personas que morían de muerte natural.
Todos estos tres destinos tienen características de un lugar bueno, que proporciona a los muertos reposo, abundancia, tranquilidad, gozo permanente y festividades con músicas, cantos y baile. Por no tener características de castigar o premiar, como en la iglesia católica, los mexicanos lloran a los seres queridos muertos, pero también son capaces de divirtieren se, haciendo fiestas en sus propias casas o en los cementerios.
Las festividades empiezan a media noche del día primer de noviembre y termina en el día dos, cuando es el Día de los Muertos. Estas celebraciones coinciden con las fechas tradicionales católicas, Todos los Santos y Día de los Fieles Difuntos. Pero ni siempre fue así. En la época prehispánica, el Día de Muertos era conmemorado durante todo el mes de agosto, más cuando los españoles llegaran a América, ellos impusieron la cultura europea, forzando un sincretismo que mezcló las tradiciones europeas y prehispánicas, haciendo coincidir las festividades católicas.
La celebración de esta fecha envuelve también algunos sectores del mercado mexicano, como la artesanía y la gastronomía, que preparan productos y alimentos típicos de esta fecha.
En algunos hogares de México, las personas preparan un altar con ofrendas para los muertos, que tiene imágenes religiosas, flores de Tzampaxuchitl, calaveritas de azúcar (que tienen escritos el nombre del difunto en la frente y son consumidas por parientes o amigos), pan de muerto (un panecillo dulce que se hornea en diferentes figuras, desde simples formas redondas hasta cráneos, adornado con figuras del mismo pan en forma de hueso y se espolvorea con azúcar), además de tener los objetos favoritos que el difunto disfrutaba en su vida y una fotografía de él, que ocupa un lugar principal. Al lado de la fotografía se colocan los platillos y las bebidas que más le gustaban. También se ponen velas encendidas e incienso. Las personas hacen estas cosas porque creen que si el difunto vuelve a la casa, el debe de ser bien recibido.
Hay también otras formas de celebrar esta fecha. En otras poblaciones, las personas van a los panteones de los cementerios en la noche del día primer de noviembre, para pasar toda la noche junto a las tumbas de sus familiares o amigos. Durante este período, los grupos lloran y recuerdan a los muertos. Ese es un momento de reflexión en que el espíritu de la muerte impregna el silencio.
El día de Muertos es una festividad mexicana y centroamericana, se celebra también en muchas comunidades de Estados Unidos, donde existe una gran población mexicana y centroamericana.
En una ceremonia realizada en Paris, la Unesco distinguió a la festividad indígena de Día de Muertos como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad, tornándose un Patrimonio de la Humanidad.
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Ouvindo: Arnaldo Baptista - Loki? (1974)
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